Una de las causas por las que el pádel dejó de practicarse tanto en Argentina en la década de los 90, cuando jugaban al pádel unos 4 millones de personas, fue precisamente el aumento espectacular de las lesiones. De repente millones de personas empezaron a jugar al pádel varias veces por semana, sin hacer caso al calentamiento y a la realización de estiramientos antes y después de cada partido, lo que hizo que las lesiones fuesen muchas y por ello el pádel empezó a ser considerado un deporte altamente lesivo.